Es fácil proclamar la suspensión de la norma, el grado cero del ser, sin sentido, sin corset, cuando los moldes son lábiles y las apuestas cobardes y los riesgos ínfimos. La ficción individual descomprometida del aquí, ahora. Uno se puede acostumbrar rápidamente a ese placer del abandono del sentido cuando sabe que es inofensivo, cuando las preguntas se desestiman por lejanas y fastidiosas.
Sin embargo, ni bien asoma, el abismo magnético produce un miedo implacable, crece la enrededera de la idea del amor, lo cubre todo, desafía al sentido de la certeza y lo doblega en incertidumbre, en duda que acentúa la miseria del ser que se creyó completo y navega perdido por los mares del deseo
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