Piano
No es la suavidad al tacto
ni el previsto devenir de tus colores.
Desde antaño oí tu llamado
ingresando como un eco de mi piel.
Tantas veces te pensé
entre sonidos y anhelos
y corrí en la euforia del pasillo
una sonata en tu color codificada.
Piano que me salva de las noches
piano que escucha la tristeza
y la absorbe como una esponja melancólica.
¡Con qué simpleza te adueñaste de mi insomnio!
Piano olvidado, testigo del tiempo,
de teclas mudas y cuerdas rotas,
renaces en el toque intuitivo
del encuentro fugaz con un niño.
Extraño cuerpo alimentado de angustias
fuiste creciendo en belleza y sentido
hay algo mágico en tu sonido
que de algún modo ilumina mis sombras.
Román Armas